Los Murales Industriales de Detroit por Diego Rivera

Es imposible describir todo lo que Rivera pintó en estos murales, la realidad de la producción industrial con todo su simbolismo. El inicio y el fin de la producción industrial en cuatro enormes muros.

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Foto del Muro Norte tomada del blog About Place Journal Archive

Los famosos Murales Industriales de Detroit pintados por Diego Rivera entre 1932 y 1933, considerados por él como su “obra maestra”, muestran todo el proceso de la fabricación de autos, desde la extracción de las materias primas, pasando por el fundido de metales, el moldeado prensado, el montaje de los motores de combustión interna, el cableado, los neumáticos fabricados con caucho, los asientos, hasta el ensamble total y la salida de los nuevos autos a los patios de la fábrica. Los murales presentan todo el proceso de producción automotriz en dos enormes muros (identificados como “norte” y “sur) y en las partes superiores de las paredes (“este” y “oeste”) que forman la sala del Instituto de Artes de Detroit (DIA) y que se llama “Rivera Court” (“Sala Rivera”).

Diego Rivera fue contratado para elaborar los murales por Edsel Ford, presidente de Ford Motor Company y que en ese entonces era también el presidente de la Comisión de Artes de Detroit, por recomendación del director del Instituto de Artes de esa ciudad, William Valentiner. Ford ofreció a Rivera unos 20 mil dólares como pago por su obra.
En abril de 1932, Rivera se trasladó a Detroit acompañado de Frida Kahlo. La pareja se instaló en un hotel cerca del Instituto de Artes de Detroit en cuyo jardín interior (llamado Rivera Court) pintó los murales.

Foto del Muro Sur tomada del blog About Place Journal Archive

Durante siete meses, Rivera presenció la vida fabril en la planta de la Ford a la orilla del río Rouge en Dearborn, Michigan. Durante las largas horas dentro de la planta, Rivera tomó nota de la actividad industrial, entrevistó a los trabajadores automotrices, a los mayordomos y al personal administrativo. En estos meses, elaboró muchísimos esbozos sobre la actividad dentro de la fábrica, de los trabajadores en acción, la maquinaría y la organización de la producción. Un empleado del instituto tomó además fotografías que después le sirvieron a Rivera para trabajar en detalles como las cadenas y las líneas de ensamble, así como la maquinaria dentro de la fábrica.

Foto de MexiMotor

Los murales de Diego Rivera empiezan en la pared del este, la “East Wall”, con el génesis de la producción industrial. En esta parte aparece, en la parte superior, en el centro, una figura infantil dentro de la matriz de una planta simbolizando la creación de la vida. La figura tiene la posición adoptada por el cuerpo humano cuando aún se encuentra en el vientre materno. Solo que aquí se encuentra dentro del bulbo de una planta. La figura está rodeada de elementos simbólicos del origen de la vida, y algunos detalles de implementos agrícolas significando que la tierra proporciona los elementos esenciales de la vida.

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Diego Rivera y Frida Kahlo (1932). Foto de Carlos Marentes

Es imposible describir en este espacio todo lo que Rivera pintó en estos murales, la realidad de la producción industrial con todo su simbolismo. El inicio y el fin de la producción industrial en cuatro enormes muros.
Diego Rivera concluyó los murales industriales de Detroit en marzo de 1933, nueve meses después de su llegada a Detroit. Cuando el público los vio por primera vez se quedó asombrado, nunca se había visto algo igual.

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Foto de Drawing and Painting 1&2

Se trata de la única representación plástica existente sobre uno de los procesos productivos industriales más emblemáticos de Detroit. En estos murales, Rivera plasmó asombrosamente a una clase trabajadora dominando los medios de producción, trabajando colectivamente al ritmo que las bandas y las máquinas le marcan, bajo la mirada de la patronal, para fabricar la más importante mercancía del capitalismo norteamericano del siglo pasado, el coche.

Foto de Carlos Marentes

Naturalmente, los murales de Rivera también despertaron muchas críticas y controversias, principalmente de la cúpula empresarial y de la jerarquía religiosa. Esta última se quejó por los desnudos y las alusiones divinas en los muros. Por su parte, los ricos industriales se sintieron ofendidos de una obra donde se exaltaba a la clase obrera como el centro de la producción de la riqueza industrial. Muchos se quejaban de cómo era posible que un comunista como Diego Rivera, que nunca ocultó sus afiliaciones políticas, hubiera sido contratado para pintar un mural con tanto contenido ideológico en el mero centro del capitalismo norteamericano de esa época.
Los obreros automotrices, por su parte, se sintieron reivindicados como los creadores de la riqueza y como al final el patrón se apropia del producto de su trabajo. Creo que esto, más que nada, era precisamente lo que buscaba Diego Rivera.

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Foto de Drawing and Painting 1&2

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